En la carpeta del que en 1975 fue el primer disco de Rancapino (Chiclana, Cádiz, 1945), Fernando Quiñones escribió: «Las naturales claridades de los cantes de Cádiz y el sombrío, milenario acento del estilo gitano se estrechan en este singular conjunto discográfico y en la voz de Alonso Núñez y Núñez “Rancapino”, uno de los más interesantes y recientes descubrimientos de la afición flamenca…»

Transcurridas casi cuatro décades desde entonces, Pedro A. Quiñones considera: «Si tenemos a un personaje tan interesante y de tan gran importancia en el mundo del Flamenco (como es Rancapino), conocemos su historia y sabemos que hay muchísimas personas que querrían conocerla dentro y fuera de España, estamos llamados, o mejor dicho obligados a escribir su biografía».

El libro de Pedro A. Quiñones Grimaldi, «Rancapino: Ronco de andar descalzo» (Bellaterra Edicions, 2012) transciende, sin embargo, la biografía. Reúne un amplio abanico de testimonios, de Felipe González a Barceló, Curro Romero Paco de Lucía, Paco Cepero o Sara Baras. Relata los tránsitos del flamenco en el último medio siglo, vivido intensamente por el cantaor. Y, sobre todo, retrata su legendaria personalidad.

Rancapino vivió sus inicios artísticos junto a Camarón de la Isla. Recibió el influjo y aprendió cantes de Aurelio Sellés, Manolo Caracol o Juan Talega, sobre los cuales ha creado formas muy personales con su proverbial hilo de voz y un ejemplar gusto por lo preciso y austero. También ha convivido con los más diversos medios sociales, ha recorrido el mundo con su arte y ha dado categoría al flamenco como forma de vida.

El 26 de noviembre de 2009, Rancapino ofreció un recital memorable en El Dorado, Societat Barcelonesa. «Nos deleitó con un recital algo inusual en él, pues dilató su repertorio a unos nueve cantes, sorprendiéndonos con estilos no habituales en sus apariciones, como los fandangos de Huelva (…) (con) ecos del Chaqueta, de Caracol, de Juan Talega, de Paco Toronjo al final…», testimonió Aina Núñez.

En esta nueva ocasión le acompañará el veterano guitarrista Justo Fernández, de toque enjundioso, con afinidades al cante de Rancapino y además padre y maestro del joven guitarrista barcelonés Justo Fernández, El Tuto, activo en los tablaos de la ciudad y habitual junto a Duquende, Montse Cortés, Ginesa Ortega, Salaito o, en el baile, la compañía de Farruco y su familia.