Da comienzo este ciclo ideado y dirigido por Pere Pons. Con su complicidad hemos podido hacerlo realidad y cruzará transversalmente nuestra programación habitual hasta mayo del año próximo.
«Cuerdas furtivas»
Conferencia
Mingus B. Formentor
Jueves 13 de octubre de 2022 – 19 Hs
Conferencia organizada por El Dorado Sociedad Flamenca Barcelonesa
en el marco del Ciclo «Cuerdas Furtivas»
[Entrada libre hasta completar aforo]
Sala Sandaru – C/ Buenaventura Muñoz, 21 (08018 – Barcelona)
Para enmarcar y transmitir las líneas que estructuran el proyecto nos visita Mingus B. Formentor, una de las voces más lúcidas y afiladas de la prensa musical, que sale de su retiro voluntario para exponernos su particular visión de la Barcelona flamenca. En palabras del propio Pere Pons:
Lo tuvimos en El Dorado en 2011 con la conferencia “Enrique Morente en el Paralelo 41”, una conferencia que muchos aún recuerdan. Once años después hemos conseguido rescatarlo de su destierro voluntario y nos ha concedido el privilegio de honrarnos con su participación a propósito de este ciclo dedicado a las “Cuerdas furtivas”. Periodista, crítico, programador, pinchadiscos, traductor y activista de los sonidos del mundo, ha sido una de las voces más conspicuas, ilustradas y estimulantes con las que ha gozado el periodismo musical, escrito y hablado, del país.
Nadie mejor que un ‘furtivo’ como Mingus B. Formentor para dar el pistoletazo de salida a un ciclo de actuaciones y charlas cuyos protagonistas son ilustres infiltrados en las entrañas del flamenco. Forajidos de las cuerdas que, al igual que él, el día que descubrieron la falseta y el compás no solo se partieron la camisa, sino que la vida entera les dio un vuelco. Por si alguien precisa más detalle de su genio y figura, reproducimos parte de una suerte de autorretrato por gentileza de nuestro compañero y cómplice Miguel Amorós, publicado en el nº 24 de la añorada revista “Nativa”.
[Mis dos obsesiones de toda la vida han sido los libros y los discos. Los primeros fueron mi primera forma de supervivencia. Traduje libros y escribí ensayos relacionados con lo que era mi dedicación, Historia y Filosofía de la Ciencia. En el 72 me fui a Menorca y pasé allí ocho años. Entonces aún no existía Mingus, mi nombre es Doménech Berguedà. Recuerdo muy bien una noche, estaba oyendo en un pequeño cacharrito de radio un programa de flamenco. Escuchándolo me entró una llorera emocional apasionante. En ese momento pensé lo feliz que podría ser si yo tuviera la conciencia de que ponía música y alguien que la escuchara, se emocionaba de esa misma manera. Esa idea aún permanece. Pasaron los meses, me trasladé a Barcelona, me compré un equipo de alta fidelidad y me encerré en casa con mi “juguete”, mis discos y algunos más que pedí a mis amigos. Escuchar música, que había sido mi vicio, se convirtió en mi obsesión. Uno de esos amigos, que era periodista, me dio la idea de escribir sobre música. Hizo algunos pequeños contactos y empecé a escribir. A la hora de firmar se me ocurrió que mi nombre no tenía nada que ver con la cultura rock o pop de la época y ahí nació Mingus].
EL DORADO Sociedad Flamenca Barcelonesa
~CUERDAS FURTIVAS~
MINGUS B FORMENTOR
Aquí reproducimos una suerte de autorretrato de Mingus B. Formentor por gentileza de nuestro compañero y cómplice Miguel Amorós publicado en el número 24 de la añorada revista “Nativa”.
Mis dos obsesiones de toda la vida han sido los libros y los discos. Los primeros fueron mi primera forma de supervivencia. Traduje libros y escribí ensayos relacionados con lo que era mi dedicación, Historia y Filosofía de la Ciencia. En el 72 me fui a Menorca y pasé allí ocho años. Entonces aún no existía Mingus, mi nombre es Doménech Berguedà. Recuerdo muy bien una noche, estaba oyendo en un pequeño cacharrito de radio un programa de flamenco. Escuchándolo me entró una llorera emocional apasionante. En ese momento pensé lo feliz que podría ser si yo tuviera la conciencia de que ponía música y alguien que la escuchara, se emocionaba de esa misma manera. Esa idea aún permanece. Pasaron los meses, me trasladé a Barcelona, me compré un equipo de alta fidelidad y me encerré en casa con mi “juguete”, mis discos y algunos más que pedí a mis amigos. Escuchar música, que había sido mi vicio, se convirtió en mi obsesión. Uno de esos amigos, que era periodista, me dio la idea de escribir sobre música. Hizo algunos pequeños contactos y empecé a escribir. A la hora de firmar se me ocurrió que mi nombre no tenía nada que ver con la cultura rock o pop de la época y ahí nació Mingus.
Hice artículos periodísticos, escribía en El Viejo Topo, El Noticiero Universal,… empecé a pinchar en un garito en Granollers donde también programábamos conciertos. Y el caso es que se fueron encadenando acontecimientos. Apareció entonces un semanario catalán, El Món, y me dejaron escribir de música. Poco después su director, Luis Basset, trabajó en la preparación de El País en Cataluña y me invitó a escribir sobre jazz en él. Por otro lado también me responsabilicé durante cuatro años de la programación del Nick Havanna, que se convirtió en un epitome de la modernidad. El País creó el semanario El Globo y me apunté. Al poco El País se inventó una estúpida regla interna y tuve que elegir. Elegí El Globo y me consideraron un “traidor”. El Globo duró seis meses y El País no me aceptó de nuevo. Aproximadamente un año después, me llamó Esteban Linés para ofrecerme cinco veces más y en el 89 empecé a colaborar en La Vanguardia. Ese mismo año me ofrecieron la responsabilidad musical de la olimpiada cultural. Ahí vinieron los Festivales de Tardor, el BarceWomad, el Festival de Jazz de Terrasa… Y tuve la gran suerte de crear desde cero Catalunya Ràdio durante su primer año y medio y escoger todo lo que sonaba. Como síntesis de ese exceso de suerte y fortuna, conseguí envidias, incomprensiones, mala leche y enemigos básicamente políticos y/o profesionales. Ya en el 94 me largo a Australia y paso allí cuatro años y medio. Me lío con varios proyectos, uno muy interesante de radio y vuelvo en el 98. Esteban Linés, con una inverosímil dignidad, mantuvo mi espacio. Nunca he tenido garantías en forma de contrato en toda la prensa musical donde he escrito, pero también es verdad que jamás he hecho algo que no quisiera hacer. Y eso sé bien que es un privilegio.
Es curioso, la crítica de Madrid me ha tratado siempre excepcionalmente y creo que es así porque no trabajo allí. Si lo hiciera dudo que esa buena opinión se mantuviera. Por tanto concedo como una necesidad del guión el menosprecio que tienen los colegas profesionales de mi trabajo. Creo que tengo el criterio muy afinado para saber quién ha aprendido de quién, quién mantiene éticas berroqueñas y quién se apunta al menor artículo circunstancial. Como conclusión y con conocimiento de causa puedo decir que aquí hay mucho fantasma por metro cuadrado. Esa malversación de la función del crítico es genérica y ocurre también en otras facetas: arte, cine, etc. Pero es que en música existen los mismos defectos de la crítica mal entendida, y encima sin profundidad, ni densidad intelectual. Como llevo diciéndolo hace años, sienta como sienta. Hacer este trabajo a desgana, menospreciar esto tan sagrado de esa manera, me dice que esa gente debería ser apartada de lo que hacen y dejar paso a cientos que darían conocimiento, energía y potencia a eso tan maravilloso que es la música, la mejor droga que conozco.
Debemos intentar ser realistas y humildes y conceder que lo que está de moda es Barcelona como logotipo. Por ejemplo, más del 50% del éxito del Sonar se debe al clima, a la geografía urbana, al precio del alcohol y a las sesiones de discoteca nocturna. No debemos pensar que hemos descubierto el huevo de Colón. En relación a la electrónica, ¿cuántos músicos de relevancia han surgido de aquí en 12 años? Ninguno. Lo que sí está en el mapa es Barcelona. Eso no niega que el estado del pop rock esté viviendo una época buena. Y en cuanto a su singularidad, se reafirman ciertas características muy propias de esta ciudad. Está en el Mediterráneo, posee un fuerte componente andaluz y también latino y esto forma parte de una tradición. Me parece bien que si la ciudad está en onda, se hinche un poco, pero no demasiado. Deformar la realidad no beneficia a nadie. También ha habido un florecimiento de un público para estas músicas y es uno de los aspectos que más me interesan, esa dialéctica entre una música y su público. Además este movimiento ha surgido desde abajo, desde las calles, no es la clase opinante o semoviente la que la dinamiza. Hay activistas pero no se ha establecido un complot enriquecedor y es una lastima.
¿Cómo hacerlo? Mediante la radio. Varias emisoras de radio dedicadas a la música. Es la clave. Yo estaría dispuesto a dedicar 27 horas al día ocho días a la semana. Esa radio sería para la sociedad, no para satisfacer a los que se creen profesionales de la música, ni en el sentido de músicos, ni en el de comentaristas. Se trataría de difundir música bajo criterios cualitativos y en el buen sentido de educación de la oreja musical de la gente.
[Publicado en la Revista “Nativa]