de público que alcanzaron: la tonadilla escénica en el XVIII, y la zarzuela y la escuela bolera en el XIX
Pequeña obra cantada, de carácter representable, cómico o popular.
Es el género que mejor representa la pasión por lo popular, cuyo mayor estudioso es José Subirá. Con la llegada de los Borbones se pone de moda la danza francesa, integrada por contradanzas, minuetos y rigodones. No tarda en surgir la reacción, personificada en el majismo. Los fandangos, boleros, seguidillas y tiranas desbancan a las contradanzas, debido a la fuerza de la tonadilla escénica que recupera de nuevo los bailes tradicionales españoles e incorpora otros nuevos y que van acompañados de guitarras, bandurrias y castañuelas. Goya retrató estos bailes populares, a los que era gran aficionado, y sus personajes, como el magnífico retrato de la actriz y cantante Rosario Fernández “La Tirana”.
(Escuela de bailes nacionales) Se crea al aplicar al conjunto de bailes populares las técnicas de los ballets franceses. El amplio repertorio de la escuela bolera triunfó no sólo en España sino en toda Europa. Las mejores bailarinas de ballet clásico bailaron los bailes boleros. La gestación del flamenco se llevó a cabo dentro de este marco, que puso en contacto dos modelos coreográficos: la danza artístico-profesional (ballet) y los bailes populares españoles. La gran diferencia con el ballet clásico es la forma de utilizar los brazos “braceo a la española” de gran belleza y complejidad técnica. (Cita de Davillier: libertad de movimientos y abandono del cuerpo).